Thursday, June 11, 2015

Canon musical de lo que va del nuevo milenio

La producción de los diversos proyectos musicales que existe en la escena peruana es basta y dispersa. Adolece de la falta de un mercado de difusión y distribución adecuadas y siempre es una labor en la mayoría de los casos marginal o paralela a diversas actividades que los artistas realizan para su propia supervivencia. El nuevo milenio trajo consigo el internet y las redes sociales y es a partir de allí que se han dado a conocer muchos más proyectos y algunos simplemente pasan desapercibidos ante el arrabal de información que existe en el babel que es la red. Esta lista, que abarca el periodo desde el año 2000 hasta al presente; pretende, con la distancia necesaria que dan 15 años del nuevo milenio establecer un canon de 33 discos que nos parecen los más importantes de la escena peruana, así como los más consistentes como discos en su conjunto. Es importante resaltar este aspecto, dado que existen bandas con grandes singles (sencillos) en discos irregulares y ellos no han calificado para ingresar a este canon. 

Asimismo, es necesario establecer ciertas consideraciones previas. Los géneros como el metal, la salsa, la trova y la música clásica y criolla no han sido considerados en este compendio, dado que si bien conocemos algunas producciones en dichos géneros que nos parecen muy buenas, no tenemos un conocimiento tan amplio como para juzgar en referencia a los mismos. También consideramos que géneros como el punk o el nu metal no han sabido llevar a cabo proyectos que alcancen al gusto de quien escribe esta lista; y podrá percibirse algunas ausencias de bandas capitales como Leuzemia, Daniel F, Dolores Delirio o Cardenales, que creemos tuvieron grandes placas en las décadas de los 80’s y 90’s pero no han sabido concretar placas de calidad y consistencia en el nuevo milenio. Ahora bien, si alguien reclama por bandas como Mar de Copas o La Sarita, sencillamente no entendemos el por qué estas bandas tienen el sitial que ahora poseen, o para decirlo más claro, no nos gusta lo que hicieron ni lo que hacen. Es preciso mencionar que los temas seleccionados no son los más representativos de cada disco y esto con el fin de darle oportunidad a temas que normalmente no son mencionados de estas producciones.

Ahora bien, hay un conjunto de bandas o proyectos nuevos; como Yushimi, Gomas, Moldes, The Satellite, Las amigas de nadie, Cocaína, Daniel and the dead end, Liquidarlo celuloide, Puna, Pilotocopiloto, I am Genko y los Conchas Negras; que consideramos son muy interesantes y prometedores; y de los cuales esperamos placas consistentes a futuro, ya que por ahora vienen encontrando su sonido y tienen sólo canciones extraordinarias. A ellos estamos atentos y esperamos incluirlos en un futuro canon de las 2 décadas del nuevo milenio. Sin mayores preámbulos los dejamos con nuestros 33 mejores discos peruanos en lo que va del nuevo milenio: 


33. La lá – Rosa (2014) 
Giovanna Núñez arquea su cuello como buscando un trino único. Falla y se ruboriza, quiere cantar en esfuerzos en los que denota padecer, pero resuelve con maña, con quiebres, con su estética delicada y el oficio de sus músicos, con su inocencia y su sentirse lorna. El debut de la bella La lá tiene títulos aparentemente cómicos (“salchipapa”, “mango”) pero arpegios bellos, dignos del mejor Javier Lazo, de una Baca en estado de gracia, y bien podría resumirse en la apertura del disco: “Hiedra”. Allí donde brilla su poco movimiento, sus errores interpretativos, y su atrevimiento (escuchar “Sirena”), radica su mejor atributo: lo fi sin intenciones, o fracaso de gran producción.



32. Líbido – Pop*Porn (2002) 
Aunque en un sector disguste, debe reconocerse que el fenómeno Líbido de finales de los 90’s explica mucho de ese mini boom que vivió el rock peruano. De la calidad u originalidad de sus dos primeros discos se puede hablar mucho, pero es en esta tercera placa (última de la formación original) donde Líbido experimentó. Jugo a ser Radiohead en “Cómo estás” o “Esther fé”; y hasta metió en las radios canciones atrevidas como “vampiro” o “espermato”. “Frágil” y “Sin rencor” deben estar dentro de las mejores composiciones del grupo, y hasta aquí fueron lo más fieles a sí mismos, reconociendo influencias y vendiendo (incluyendo ese bodrio titulado “invencible”) con cierta calidad. 



31. Danitse – Viaje (2013) 
La nueva oleada de cantautores peruanos trajo también nuevos bríos; tenores más amplios, más colores y muchas más caras producciones. Allí la pequeña enrulada Danitse resalta con sus mezclas de trova y pop, de lamento y onda burlesque, de evocación de momentos duros en su habitar para rellenar en clave de dolor su aparente pesar y experiencia. Basta escuchar la sorprendente “Huellas” o el bien escogido single “Cuando ya no estés”; para dar cuenta de la madurez que sudan sus composiciones y el buen oído de Mabela Martínez para apoyar a estos cantautores de su tan amado gusto por lo dispar y mundial. 



30. Space bee – Live in Space! (2006) 
Iniciados como banda de covers de sus mayores referencias: Queen, Radiohead, Pink Floyd; esta banda que canta en inglés supo darle tonos hasta arabescos a sus temas (“smile”) y verdaderos actos potentes como en “acrobat”. Su apego por introducir teclados y arreglos de cuerda les supo merecer telonear a los Smashing Pumpkins en un acto más que sólido. Se reafirmaron con It’s alive y hasta pusieron un sencillo en español que recién hoy rota en algunas radios locales (“sin mirar”). Sostenidos en la casi británica voz de Aldo Rodriguez y la precisión de Daniel Bongo, esta banda pudo ser más. Fue una lástima su disolución. 



29. Kanaku y el tigre – Caracoles (2008) 
Bastante mérito tiene el haber metido un tema a un comercial de televisión y que este nunca haya terminado de resultar empalagoso. “Bicicleta” que es una oda al carpe diem, es una pequeña muestra de lo bien labrado que está este neo folk heredero de Sufjan Stevens o Andrew Bird. Un disco digno de un paseo por la tarde en malecón de barranco, un canto que puede fingir y decir que están bien, y que es un lujo vivir sin sentir un carajo (frase de “El fuego, el tigre y el avestruz”). Bruno Bellatin (Kanaku) se ha rodeado bien y arranca un viso de originalidad poco antes escuchado por estos lares y con esa calidad. Y cómo gusta el ukelele! 



28. Pamela Rodriguez – Reconocer (2011) 
La herencia de Feist a nivel mundial, y de Natalia Lafourcade a nivel de habla hispana, ha disparado una ola de imitaciones de mayor o menor calidad según quien escuche. Pamela Rodriguez se aburrió de sí misma, o de ser encajonada en tres pubs, y se zafó de su gusto por los ritmos criollos y negros, y pasó a hacer un pop sencillo, de colores pasteles, de canciones para levantarse entre bostezos, de mensajes egotistas y acaramelados revestidos de frescura y chiquillada. Aun así algo hay en “ligera love” o en esa re versión de Tom Waits (que no está en esta placa) que se llama “no quiero hacerme mayor”. Bailar “mantra” y luego declararse tan frágil como en “Soy líquida” denota talento, y si bajamos la persiana del prejuicio, hasta nos llevamos un buen disco para limpiar la casa. 



27. Magali Luque – Básica (2007) 
La ex Sándalo y Lunazul siempre fue traviesa. Es multi instrumentalista y honesta con sus inquietudes y sus ritmos. Básica es reflejo de esa búsqueda, y tiene temas memorables como “canción básica” donde se funden Bjork y Susana Baca sin ningún problema. Allí está la jazzera “duerme” o la preciosa “mengua”. Luque es recorrida y supo plasmar aquí con sencillez un pop de lamento amoroso y hasta de revanchismo. Tiene una vertiente expansiva hacia los tangos y landos que esperamos sepa explotar a futuro. Tuvo sus sencillos pegajosos pero inexplicablemente, como tantos por acá, no cuajó. 



26. Chico Unicornio – Bahía (2013) 
El hipster por antonomasia; un combinado de colores, referencias cruzadas y espíritu indie por donde se quiera. Su autodenominado metafolk se pasea por el punk (en la chiquilla “desayuno”), el pop de super nintendo (“yoshi”) y hasta el house tropical (“redención en bahía”). No en vano ganó la beca Red Bull y hasta es entrevistado por la CNN. Ahora ha formado una agrupación con miembros argentinas y tiene en su haber canciones de alta factura como nuestra favorita “Barceloneta”. Esperamos que su conjunto de EP´s algún día llegue en un largo o en algún formato que lo posicione en la realidad que es esta colorida promesa. 



25. Pedro Mo – Ensayos del camarada Lacrasoft y algunos cómplices metafísicos (2009) 
El movimiento Hip hop peruano ha alcanzado realce con las redes. Poco se sabía de ellos en la era pre Facebook, sin embargo hay material de sobra para escuchar. Empero, gran parte de este movimiento se ha circunscrito a la participación en movimientos sociales y la autogestión. El mayor ejemplo de ello es el Comité Pokofló y uno de sus miembros fue Pedro Mo. Aquí las referencias son claras, y van desde Public Enemy hasta los fraseos zig zagueantes de Run the Jewels. Las bases van desde el jazz (“dolor silente”) hasta la música clásica (“tenebre sombra”). El rapeo es agresivo, achorado, político y sin concesiones. Oídos alpinchistas abstenerse, aquí viene el mensaje con metraca y sin roche, porque esa es causa.  



24. Cementerio Club – Vacaciones en mediocielo (2003) 
Los Cementerio son la mejor banda pop peruana. Sus melodías no admiten discusiones y su afán por ser los Beatles peruanos nunca se ha negado. Es por ello que este disco es raro. Porque destilan franqueza pero ánimo de aprovechar la ola (recordemos que con este disco hasta ganaron un premio de MTV) sin hacer concesiones con su credo. Allí está el single “Inmortales” que ha envejecido bien, y las bellas baladas “Una vez más” y “crepúsculo”. Asimismo se dan maña para colocar exquisiteces como “la bruma” o “velocidad”. Aun así no superan su otra presencia en este ranking, pero de ello nos ocuparemos más adelante. Quizá con este disco hacen justicia al nivel de producción que siempre buscaron y siempre merecieron. 



23. Del pueblo y del barrio – Matute FM (2000) 
Una banda insigne de los 80’s da su último suspiro oficial. Como una radio sintonizándose disparan de arranque “bienvenidas alimañas sin evolución, a la emoción de nuestro tiempo, están en la sintonía de radio matute, 4103.4 FM; transmitiendo desde el punto más claro de tu conciencia; la música continua así que enfócate en este derrame, que ingresa nuestra programación”. Tamaña introducción da fe de que las ganas de joder están intactas y el talento derramado en sus placas anteriores consolida la apuesta de la música popular y el rock enraizados en mensaje y lamento. Allí está Piero deslizándose en su “plan para posible plan” o “esteras in the sun” para ratificar la potencia y el arraigo de los autores de “escalera al infierno”. Un disco conceptual que cuanto hubiera querido hacer La Sarita o todos esos imitadores que salieron después. 

  

22. Cuchillazo – Días Negros (2004) 
Es difícil establecer himnos en la escena nacional. Allí están Avenida Larco de Frágil o Como un Perro de líbido. Pero uno de características grunge era impensable. Ese es el mérito de Nicolas Lúcar (hijo) y compañía. “Yo soy la máquina que te da de comer, que te viste, que te peina, que te hace sentir bien; yo soy el monstruo que te lleva a trabajar, que te engríe, que te engorda, que te lleva a trabajar” es una estrofa casi inmortal, plegada en la memoria gracias a una serie de televisión. Pero la canción no es sólo un rabioso fraseo, es un riff nirvanero con una percusión cochina y un bajo sorprendente. Pero el disco no es sólo “máquina”, es “placa” o ese homenaje a Hendrix que es el cierre titulado “y?”. Ya quisiera G3 haber hecho algo tan honesto y fresco. 



21. Natasha Luna – Emilio (2005) 
La destacada del recopilatorio Venus Ataca es casi un símbolo de culto. Ha realizado menos de 10 conciertos en casi toda su carrera, y así como se enfrasca en tonalidades más oscuras que lo parco, desarrolla una carrera sólida que tuvo un debut más que auspicioso con Emilio. Allí están sus devaneos entre el inglés y el francés (con los que probó suerte en el extranjero) y su notoria habilidad para recrear ambientes tétricos al piano (“the girl is trying”), cogiendo la de palo en contadas pero inolvidables veces. Prohibido para medicados y recomendado para otoños lentos. 



20. Manganzoides – Sobredosis de horror (2002) 
Reconocidos por ser la primera banda que le hizo un homenaje a la caca en su aclamado mojón de 1998; los Manganzoides alcanzaron plenitud y calidad en este compilado que parece dedicado a las series B y todo lo gracioso y desagradable de la TV sesentera. Sicodélicos, surferos y garageros, arman un Halloween peruano en medio de referencias sacadas de Eraserhead y demás ponzoñosos devaneos de su líder, el gigante Gonzaleo. El mejor legado de los Yorks y los Saicos está en esta banda. Luego mutaron a Los Protones, pero esa es otra historia. Dejemos que Tarantino algún día coloque estas canciones en sus bandas sonoras. 



19. Francois Peglau - The inminent failure of Francois Peglau (2011) 
El ex fuckin sombrero fue un pionero llevando los hilos de la independencia desde el extranjero. Se refugió en Londres y paralelamente a sus labores abogadiles comenzó a jugar alejado de las distorsiones y los ritmos de fiesta. Parecía que componía desde el baño y tocaba entre losetas frías (“who wants to go?”) formando su propio universo de referencias (desde blur hasta manu chao). El salpicado producido en lap top nos trajo un parto extraño pero adorable (“if you want their way of life”) con vídeos auto producidos y una onda que a todo el mundo encanta y que a nadie o a muy pocos molesta. 



18. Pauchi Sasaki – Yuyu (2007) 
Sasaki debe ser de lo más experimental y requerido musicalmente que hay en la escena de las artes del Perú. Hace soundtracks (perro guardián), música de teatro, performance, apoya a cuanta banda desee incorporar cuerdas (cementerio club entre ellos) y se da maña para dictar cursos de música electrónica y construcción de crackle box caseros. Su primer álbum solista es un compendio de muchas de sus exploraciones. Escuchar “Oso II” es de lo más escarapelante o su construcción de loops en “Do you II”. Sasaki ya muestra niveles de maestría en cada una de sus facetas y este es un buen ejemplo de su lograda y basta tarea por incorporar el violín al acto explorativo y todos sus bemoles. Simplemente, le agradecemos. 



17. Bareto – Boleto (2006) 
Antes de ser la banda insigne de la fusión de la cumbia amazónica y el rock, Bareto era una banda. Jazz emulando la guerra de las galaxias a ritmo de reggae y ska no es para nada algo que se pueda ignorar. Joaquín Mariátegui y compañía son unos grandes músicos. Pero no estamos para discutir su viraje, sino la belleza que representa este alucinado viaje saltarín. Escuchar el bajo de “ombligo” o el intro de “la fuga de Túnez” son delicia para un buen viaje sin necesidad de los ayayay! Que ahora envuelven sus pretensiones. Allí está “la calor” para hacer bailar, pero así es la gravedad, o el Perú, o simplemente el azar. Menos mal quedó constancia de lo que pueden hacer y esperemos puedan volver a jugar.  



16. Rafo Ráez – Obsequio (2003) 
Con Rafo la cosa es complicada. Se le ama o se le detesta. Lo que es innegable es que en los 90’s es casi unánime señalar al suicida de 16 o el loco y la sucia entre los 10 mejores discos de aquella década. Luego vendría su rabioso “muéranse” y mucho más adelante esta belleza verde agua que es obsequio. Rodeado de un buen presupuesto y mucha calidad en los músicos acompañantes, Ráez logra lo impensado; hacer bossa (“no des esa entrevista”) poetizar a Oquendo de Amat (“obsequio”) y hasta música de salón con bebop (“vienes como el agua”). El disco tiene altibajos, pero sus méritos son mayores con bellezas como “Creces sin voz” o “entrega”. Para hacer el amor a la luz de las velas, o beber un buen té al caer la tarde. 



15. Los Fuckin sombreros – Bazuka! (2003) 
La fugaz carrera de esta banda que tiene el sello de todos sus integrantes tanto en actitud, imagen como en música tuvo en su debut una frescura que pocas veces se sintió en la escena. Villarán y Peglau dieron rienda suelta a sus influencias rockeras sin roche y colocaron su “sorprendido” como un paso obligatorio en sus conciertos y en los rankings locales de todos los medios. Pero allí están la lisergia de “el perseguidor” y “dulce TV” (declaración de amor de Pipe a su caja boba) y hasta el pop más facilón en “día de sol”. Los Fuckin se diluyeron en su segundo disco y se fueron por todo lo alto en su última placa y sus conciertos de despedida. Hacen bien en ir separados y juntarse de cuando en cuando. 



14. El aire - Noiculover y la fantástica circunstancia, nunca más fuerte que el espíritu  (trilogía) (2002) 
El aire es casi un culto a los 90’s. Toma todo lo bueno de la escena española de la época, lo críptico de Fripp y hasta se sienten ecos floydianos, y lo envuelven de sugerencias casi místicas. En esta su trilogía y más celebre decoración pop, es necesario considerar el concepto de continuidad. Mantener el hilo de lo que las tres partes concatenadas nos quieren sugerir. Es por ello que es difícil recurrir a un sencillo o alguna porción. En todo caso, es de los pocos proyectos nacionales que fueron tan ambiciosos y airados para mostrarse y esconderse. Toda una aventura que con el paso de los años adquiere su real dimensión, la de la justa certeza de haber hecho todo menos una banda de pop. 



13. El hombre misterioso – Pez Raro (2004) 
Santiago Pillado debe comandar uno de los proyectos más innovadores, achorados y sublimes de la escena nacional. Esta, su primera placa es enfermamente deliciosa. Odas al pez, denuncia política y angustia, revestidas de las mejores percusiones que existan en el rock nacional (cortesía de Fernando Salomón) y de una de las mejores guitarras en todos sus colores que existe en la movida (Rodrigo Ráez). EHM se apoya en toda esta suma de talentos para joder con “mon amour”, distraer con “pez raro”, y hasta conmover con “distancia”. Ni ellos mismos fueron conscientes del enorme paso que significo esta placa ni mucho menos de lo que tendríamos por venir. Menos mal. Nuevamente los descabellado Records ratifican que tienen la mejor baraja de la escena. 



12. Alejandro y Maria Laura – Fiesta para los muertos (2013) 
Mabela Martinez la chunta de nuevo. Enamorada de Drexler era lógico que hallara algo en la misma onda por aquí y vaya que lo consiguió. Los esposos Alejandro y Maria Laura, se rodean acá de Kevin Johansen, Susana Baca y han hecho de su fiesta una invitación de acordes y arreglos cada uno más entrañable que el otro. La homónima del disco sorprende en su crescendo y engaño (concepto que Cerati supo inventar); “folclorcito” conmueve y “capitán destrucción” desconcierta porque poco de ello se ha hecho así por estos lares con tanta belleza. Definitivamente han encontrado en su propio universo un lenguaje que hoy no tiene pares en la actualidad. Tan ricos como un turrón desmoronándose. 



11. Resplandor – Pleamar (2008) 
Se jalaron al mismísimo Robin Guthrie de Cocteau Twins, para hacerle justa sombra a Silvania; telonearon a Jesus and Mary Chain y les salió este calco shoegaze de factura onírica. Abre “solar” como despegando y no te deja reparo para asistir al dream pop de “downfall”. No hacen asco a sus evidentes influencias (Echo and the Bunnymen delante de todo) pero lo hacen con altura y justo resultado. Aquí es necesario hacer la escucha sin paradas, sugerir mentalmente las auroras de “boreal” y si es posible reposar sin mayor atisbo de la existencia de un caótico mundo afuera. Luego de este disco Resplandor se repitió a sí mismo, pero eso no es materia de esta discusión. 



10. Turbopótamos – Turbopótamos (2004) 
Campodónico y sus secuaces le dieron desfachatez y chongo a nuestra atollada producción Rockera. No creo haberme divertido tanto sino con la primera escucha de esta placa. De saque “Gabriela” te imprime ska con rockabilly; “nakever” con su coro de kazoo era tan juguetona como poguera. Inimaginable imagen en los 90´s poguear al ritmo de un instrumento casi circense. Campodónico, Pérez y Bringas sincronizan como pocas bandas y ¡se divierten! Esa broma que es “la chola” y ese cierre magnífico que es “astroboy” hicieron de este disco un merecedor sitial en la historia del rock peruano en general. “No love” (su segundo disco) fue bueno, pero perdió un poquito de esa cachacienta honda que imprimió este altísimo debut. Lástima, otra vez, la posterior disolución. 



9. Susana Baca – Eco de Sombras (2000) 
Baca es ahora prácticamente una diva sin desearlo. Casi siempre al lado de Javier Lazo consigue sus mejores resultados, y más cuando se aparta de las tradiciones convencionales de los géneros a los que se le asocia. Cuando su landó apunta al jazz y descubre percusiones experimentales, Baca se vuelve ese foco de atención que hace que el mismo David Byrne le haya tocado la puerta en su casa de Barranco. Su andar pausado, su baile descalzo, su amor por esa poesía tenue que tan bien atribuye a sus melodías hacen justa presencia en ese verso “canto vanidades, lloro en el lugar de siempre”. De esos discos que uno no quiere que se acaben nunca.  

  

8. La ira de dios – Hacia el sol rojo (2003) 
Los pocos proyectos bluseros que existen en Perú (aunque esto sea proto blues) carecen de originalidad. Aquí justificamos la ausencia de Uchpa en este conteo. La ira de Dios se aproxima a los Black Keys heredando momentos de Peter Green. Basta escuchar “a 3000 años blues” o “empírea” para reparar en lo necesario que es para la ira de Dios, justificar sus trances y ausencia vocal con sonoridades densas y logrados pasajes distorsionados. No necesitan aproximarse al noise para ser explosivos, pero tampoco necesitan abrazar las tradiciones del Delta para enmarcarse en los acordes azules. Casi como cuando suenan a White Stripes en “cabalgando en la oscuridad” uno repara que acá no hay medias tintas, ni buen parlante que resista el deseo de subir muchísimo el volumen. 



7. Serpentina Satélite – Mecánica Celeste (2010) 
Los viajes espaciales que proporciona Serpentina Satélite son de otra calaña. Por momentos asoma un Sabbath en mayores dosis ácidas como en “fobos” o un experimental “ai apaec” que obliga a un trance vertiginoso como si los espirales no fueran suficientes, como si quisiera aplastarse el sonido de un tráfico brutal para redimirlo con un océanos plateados de un nuevo orden. Los Serpentinas tuvieron trances más dóciles (“manzanilla menta” por ejemplo) pero aquí presionaron los botones para dejar caer su artillería más pesada sin ningún reparo. Otra gran pérdida de una banda más disoluta y aquí realmente duele. 



6. Catervas – Catervas (2001) 
Los hermanos Reyes iniciaron su travesía allá por el 96. Su primera placa oficial fue casi fundacional y coincidió con el olón de apoyo que hubo para las bandas nacionales al iniciado el nuevo milenio. Pero nada de ello fue gratuito, “aquella luz” y “garabatos” son puntales de ese disco que hasta tiene una emotiva versión del gato ron ron. Pero lo lúdico de su propuesta iba revestido de un halo de distorsiones y delay que poco se había escuchado por aquí. El indie se establecía cantando mal (todos sabemos que vocalmente hay mucho debe de parte de esta banda) y tocando con más huevos que con técnica, pero de eso también se trata la música, y casi como uno de sus versos, qué importa lo que pasé o lo que digas tú. 



5. Voz Propia – El Manifiesto (2006) 
Voz Propia debe ser de las pocas bandas que ha mutado década a década, pasando por el gótico, el pop y su propuesta actual que recoge tanto del brit de noventas como de las imitaciones ligeras de joy división que tanto pululan hoy en día. Allí su mérito, allí el aporte de Ramón Escalante para darle a las ideas de Vidal un nuevo brío, una presencia guitarrera que no acompaña sino que cobra protagonismo y hace frente al clásico teclado de la banda. Presencia que se respira de saque con “invisible”, “el flechado” o “lentes amarillos” (sátira sobre la felicidad), pero que se emparenta con episodios de toques más modernos como en “el club de la pelea” y “el destripador” o verdaderos himnos como “la canción sin fin”. Por tomar el riesgo de avanzar sin dejar su bruma, Voz Propia tiene bien cimentada su sólida fanaticada, y el respeto de casi todas las bandas que iniciaron el movimiento subte. Allí la constancia de su líder, del carismático y malogrado Boui, del intermitente Montaña y todo lo que ya esta banda significa. 



4. Cementerio Club – Cerca (2000) 
Como mencionamos anteriormente, los Cementerio son la banda pop más importante del rock peruano. Acá se cimentaron, aquí se colocaron muchos colores, aquí intentaron hacer una neo distópica hey jude (“año 2000”) y colocaron clásicos como “sometimes bonita”. “El mago” debe ser uno de los temas mejor estructurados que existe en el rock nacional con una letra realmente inquietante. Hablar de cada tema y pasear por la nostalgia de “toque mágico” o lo realmente engañoso de “Día de bodas” es casi ocioso. Arbulú y Solano están en toque de gracia y cada nota que pusieron en esta placa exuda dedicación y amor, confianza y embelesamiento por las cuerdas en cada tema. Difícilmente el pop esté tan bien representado con tanta variedad, inventiva y honestidad. Los Cementerios menos Beatles se acercaron donde pocos se acercan y por ello celebramos que de cuando en cuando vuelvan a la misma esquina, que de cuando en cuando sean tan presentes como efímeros.

   

3. El Hombre Misterioso – Inside the Corporation (2009) 
Y tenían que consolidar y superar su propia valla. Si pez raro era achorado, Inside the Corporation es el hombre desatado en su orate visión del mundo. Le hace frente al desencanto con joda, denuncia y con memoria. Rodrigo Ráez nuevamente opera lo que ahora 3 guitarristas (sus reemplazos en la actual formación) no pueden. Así como en “lo sólido se desvanece” o la archi sonada “Houston Texas”, ellos son desafiantes. Son casi hardcore aderezado con ritmo. Es difícil dejar algún tema afuera. Quizá su deseo de hacer memoria en “80 veces 80” sea más pop, pero es necesario descansar ante los giros que da el disco en cada tema. Esto es casi progresivo sin la pretensión de Flor de Loto, y aun así se siente la diversión que emite la banda ejecutando cada pieza. Luego les ha costado rearmarse, pero con dos discos imprescindibles, ya pueden darse por recordados eternamente. Sólo queda seguir buscando sus pistas indescifrables de aquella ciudad que buscan relatar a punta de sonido y experimentación. 



2. Rafo Ráez y los Paranoias – Camisa (2002) 
La aventura del loco llegó a su mejor momento cuando cedió espacio protagónico de las 6 cuerdas a su hermano Rodrigo. Allí dio rienda suelta a sus bailes, compenetraron ideas y reformuló su formación con Loza en batería y Cisneros en bajo. Cada pieza de Camisa es un homenaje a todas las vertientes del rock desde el blues hasta el ska. Allí están los guiños grunge, las letras en perfecto acomodo, la voz de Ráez (que no es prolija) en acertada contención. No hay vacíos ni baches y probablemente no haya nuevamente un momento en vivo como el de aquella formación. Se grabó en vivo y permanece intacto. Luego Ráez se distendió demasiado, y los paranoias sintieron la ausencia de Rodrigo, pero esa es otra historia; este coloso quedará para la historia, y lamentablemente no creo que ni el mismo autor pueda superarlo. La cima creativa alcanzada, el súmmum de todas las ideas y las búsquedas, la perfección. 



1. Ertiub – Ertiub (2003) 
Y si la perfección fue alcanzada en el segundo lugar, ¿por qué Ertiub?, porque justamente estamos en un nuevo milenio. La apuesta no puede venir sólo por un homenaje a un siglo que se fue sino por acomodar la inventiva y posibilidades de las máquinas a nuestra ciudad. Sí, entiéndase bien, el homónimo de Ertiub es el soundtrack del Perú en el nuevo milenio. Es el guardia tomando café en su puesto de la esquina fría pasando revista con un "afirmativo, afirmativo". Son los samples de danzas serranas, circulinas, la miseria de escuchar una contestadora diciéndote que tu servicio está restringido, la puta negociando telefónicamente y brindando sus medidas, es el comercio de todo lo comerciable sin ambages y revestido de música. Velásquez (el buitre) tiene un universo podrido en su mente y se toma el tiempo para dibujarlo, para soportarlo con imágenes, porque allí también está su acierto. La música ya no sólo está en un plano sino en muchas dimensiones, como en el visual. Este es el manifiesto de partida de una generación que no sabe que vendrá y anda perdida, observando el arder de la modernidad, admitiendo que jamás llegaremos a ser adultos. Como ellos empiezan, esto acaba. OFF. 

Monday, June 01, 2015

alprazolam



Se escribe un poema para sentirse el centro del mundo.
Se escribe un poema para hacer más fraternos a los hombres,
o sea para intentarlo,
o sea para que la poesía sirva para alguna cosa.
Se escribe un poema para no sentirnos el centro del mundo.
Se escribe un poema para ahuyentar a una muchacha.
Se escribe un poema para sacarle un par de libras a un amigo.
Se escribe un poema para ayudar a la Revolución.
Se escribe un poema para que los maridos nos odien mucho más.
Se escribe un poema para que el poema nos acompañe,
para no estar tan inexplicablemente solos.
Se escribe un poema para duplicar el orgasmo
o al menos para ponerle un espejo delante.
Se escribe un poema para no tener tiempo de hacer otras cosas,
como por ejemplo para no tener tiempo de sufrir.
Se escribe un poema para que nuestra tía más querida
pueda decir a todos que tiene un sobrino que escribe un poema.
Se escribe un poema para rascarse la barriga en la playa,
para emborracharse en Surquillo sin que a uno lo asalten los señores chaveteros,
para darse un descanso entre polvo y polvo,
para hablar de ello en el Instituto Italiano de Cultura, para que a uno le consientan todo
para que a uno no le consientan ni un comino.
Se escribe un poema para que los psiquiatras no nos cobren,
y para que aquella rubia se sienta inmortalmente poseída
y para que los hermanos como Ángel Avendaño no sientan tanto frío en las prisiones,
y para que el general Velasco lea estas líneas
y sepa que Avendaño sigue preso
por orden de una culebra disfrazada.
Y se escribe un poema para viajar a los congresos de escritores
con todos los gastos pagados,
y para ponerle el cascabel al gato,
y para poder comer con la mano en los salones si nos viene en gana,
y para morirse de hambre
y también para no morirse de hambre,
y para quedar como un perfecto cojudo en todas partes,
y para usar calzoncillos de colores sin que se nos acuse de maricas,
y para que ciertos cadetes nos dejen a solas con sus novias
creyendo que lo somos.
También se escribe un poema para no afeitarse nunca,
para ir al baño sin remordimientos,
para ir al comedor sin remordimientos
para ir al dormitorio sin remordimientos,
y se escribe un poema para sentirse culpable de todo
y con esos materiales llegar a escribir algún poema.
Y también se escribe un poema para reírse a gritos.
Y para vivir también se escribe un poema.
Y para tener un pretexto para no vivir,
etcétera.
Y a propósito de etcétera:

Se escribe un poema para no escribir cosas peores, como cartas de amor,
cartas financieras, facturas por pagar, tratados de filosofía miraflorina.
Y se escribe un poema por incapacidad,
cuando se ha fracasado como wing derecho en la selección del colegio,
cual es mi triste caso.
Y se escribe un poema para intensificar la vida,
como dice Stefano Varese.
Y se escribe un poema finalmente, se escribe un poema
para que en algún lugar del mundo, mañana o
dentro de veinte años,
la pareja que está por suicidarse alcance a leerlo, y desista, desista por
lo menos unos días, y comprenda que la vida es siempre hermosa
a pesar de la vida... y a pesar del poema.


César Calvo (1940 - 2000)