No voy a recoger el espíritu del mar donde no hay
sencilla posibilidad de atraparlo
más en la tenue partida de la tarde donde las piedras son
parnaso de los regocijos recostados encuentro una respuesta en clave de
murmullo
un épico traslado de las voces de la mar que saturan de anaranjado
mi espalda recostada y salina
y en medio las danzas los orines el vaho de plástico que
te exuda su pestilencia sin importancia
y allí allí allí todo
el mismo resplandor de los perfumes negados se acopian
para hacerme trémulo espasmo
para deslizar mi memoria por un sendero de culminaciones
sin apariencia y
completamente desnucado generarme el obvio recuerdito
el relicario chiquito de mi último señuelo que brilla
derelicto en ese horizonte nuestro
todo ajeno nada sueño