si te clavas tenedores en los dedos
haces bien?
pues si en aras de engullirte las manos obraste torpemente, haces bien
más si en pro de revelarte libre en tus escarceo te acusan, sálvese quién pueda.
Claro, hay traición en no mostrar la sangre ni los dedos
otrora;
jugando a la mano extendida, con blancos punzones imaginarios
fuiste albo, fuiste orate, fuiste un ruidito de la risa del mundo.
Ahora bien, no usé ni las filudas ni las gaseosas dagas del tiempo
sólo pensé en cortarme los dedos, desde ayer, hoy y siempre.
Ah, no podré rasguear más mi canción.