En el menú de escándalos creados y exacerbados no podía omitirse a San Marcos, ese botín tan deseado. Sendos titulares, declaraciones altisonantes, posiciones ultra verticales y llamados al intervencionismo; no hacen más que conjugar las claras intenciones que Alan García a comando del APRA pretende cerrar antes de vivir de sus rentas en alguno de sus departamentos internacionales, para luego volver. En primera instancia, y con acerbo coyuntural, está la altisonancia con la que se toma un evento muy particular en el día a día sanmarquino: la marcha de algunos presuntos representantes de Sendero Luminoso (SL) en el campus universitario, clamando por la libertad de Abimael Guzmán, en un contexto supuestamente estratégico tras la ya conocida libertad de Lori Berenson. Raudamente y desde todos los tentáculos que puedan ejercer poder: la prensa (diarios, radio, TV, webs), el poder judicial, el parlamento y el mismo presidente; invocaron la intervención del ejército y el servicio de inteligencia a fin de identificar y capturar a los portadores de banderas rojas y gargantas afiladas. Ello, no hace mas que resaltar un hecho que la comunidad estudiantil en su mayoría repudió en los albores de los 90’s; y apunta claramente a ensalzar el accionar del fujimorismo, y hasta subyace la idea como una posible acción de un eventual gobierno nipón, que evidentemente ya está en campaña y que actúa en conjunción con un APRA que negocia todo lo posible, a fin de matar deudas de votos en acusaciones de corrupción, que hoy hábilmente aparecen congeladas en los claustros del congreso. Esta mano dura, no es más que concertación mediática a fin de obtener un voto joven que en su espanto por un rebrote senderista, podría plegarse a planes intervencionistas como los vociferados.
En segunda instancia, y quizá con una carga de mayor preocupación, se encuentra el sesgo privatista escondido en la propuesta intervencionista; dado que el abandono de este gobierno (y anteriores) a la educación superior es evidente –no olvidar la reducción al presupuesto de san marcos de parte del estado- y ella sólo concita atención, si de transformarla en un ente expresamente liberal consistiese. Cuántas empresas privadas no pugnarían por administrar una universidad donde se conciben miles de matrículas por semestre, donde hay cuantiosas obras por realizar y donde puede manipularse la formación de jóvenes hacia uno sola isla del pensamiento y acción en una futura carrera pública. Hay demasiados intereses en juego, y allí también recae la tercera instancia, en donde algunos docentes (el ex rector Manuel Burga por citar un ejemplo) proponen reducir la participación de estudiantes en el cogobierno estudiantil, aduciendo que no están capacitados para dicha labor y que son fácilmente corrompibles. En ese sentido, muchos docentes, se encuentran en campaña teniendo como referencia las próximas elecciones a rector a realizarse el próximo año, tratando de esbozar un plan de gobierno donde sean ellos los únicos que administren la universidad. Mucho se habla de la dificultad que presenta el cogobierno estudiantil; pero también se olvida que muchos de los estudiantes que venden o concertan sus votos, pertenecen también a partidos tradicionales. Son estas 3 las más claras señales escondidas, que el gobierno, algunos partidos y todos los interesados en el negocio educativo pretenden ensalzar con el cuco del rebrote senderista en San Marcos.
Yo, que pasé por la universidad San Marcos entre los años 2001 y 2007; puedo decir que la presencia de remanentes senderistas en la universidad no es nueva, y eso, el servicio de inteligencia que trabaja dentro de la universidad lo sabe; ellos fichan y saben de los antecedentes y el accionar de cada elemento que realiza actividad política en la universidad. Que la pugna por ambientes donde se tiene mucha llegada a sectores desfavorecidos de la comunidad universitaria, como son el comedor y la residencia, ha sido constante; y si algunos representantes de SL se han atrevido a exaltar su presencia como una clara posición de reafirmamiento, es porque todos lo hemos permitido. La ausencia de debate frontal en la universidad por parte de organizaciones de estudiantes, docentes y trabajadores fomenta la nueva seguridad que esta organización ahora exclama. La seguridad del ornato es un desastre y ello es responsabilidad entera del sistema administrativo que preside el rector; y en parte ha sido mellado aún más por la sobreexposición que tiene el campus tras las obras inconclusas (y métricamente indebidas) del by pass de la Av. Venezuela. Basta con decir que parte de la Av. Universitaria y la misma Venezuela, no tienen paredes. ¿Quién no podría así ingresar?
Nuestra sociedad no está preparada para convivir acatando sus propias reglas, y ahora que muchos terroristas han cumplido sus condenas, impuestas por el mismo “sistema democrático” que ahora se araña; volvemos al susto y la condena social. Aquí se quiere exaltar un hecho por el que no debe bajarse la guardia, pero que solo se ha hecho explícito para la comunidad civil. El estudiante sanmarquino de a pie en su mayoría ni siquiera participa de actividades políticas; y allí también radica nuestra irresponsabilidad por permitir que posiciones mesiánicas que toman decisiones sin respaldo popular puedan rebrotar.
No podemos permitir la privatización, ni la intervención de la universidad; el sensacionalismo de un hecho que no refleja el auténtico presente de carencias estructurales que vive San Marcos y la presencia de remedos revolucionarios, deben ser respondidos con ideas y posiciones firmes. Asimismo, nuestro silencio cómplice, nuestro aislamiento egotista, sólo conllevan a que dejemos que algunos tomen los remos de esta vieja y pesada balsa, a fin de cuentas, sólo nos despercudimos de la caspa cuando la vemos en nuestros hombros.
En segunda instancia, y quizá con una carga de mayor preocupación, se encuentra el sesgo privatista escondido en la propuesta intervencionista; dado que el abandono de este gobierno (y anteriores) a la educación superior es evidente –no olvidar la reducción al presupuesto de san marcos de parte del estado- y ella sólo concita atención, si de transformarla en un ente expresamente liberal consistiese. Cuántas empresas privadas no pugnarían por administrar una universidad donde se conciben miles de matrículas por semestre, donde hay cuantiosas obras por realizar y donde puede manipularse la formación de jóvenes hacia uno sola isla del pensamiento y acción en una futura carrera pública. Hay demasiados intereses en juego, y allí también recae la tercera instancia, en donde algunos docentes (el ex rector Manuel Burga por citar un ejemplo) proponen reducir la participación de estudiantes en el cogobierno estudiantil, aduciendo que no están capacitados para dicha labor y que son fácilmente corrompibles. En ese sentido, muchos docentes, se encuentran en campaña teniendo como referencia las próximas elecciones a rector a realizarse el próximo año, tratando de esbozar un plan de gobierno donde sean ellos los únicos que administren la universidad. Mucho se habla de la dificultad que presenta el cogobierno estudiantil; pero también se olvida que muchos de los estudiantes que venden o concertan sus votos, pertenecen también a partidos tradicionales. Son estas 3 las más claras señales escondidas, que el gobierno, algunos partidos y todos los interesados en el negocio educativo pretenden ensalzar con el cuco del rebrote senderista en San Marcos.
Yo, que pasé por la universidad San Marcos entre los años 2001 y 2007; puedo decir que la presencia de remanentes senderistas en la universidad no es nueva, y eso, el servicio de inteligencia que trabaja dentro de la universidad lo sabe; ellos fichan y saben de los antecedentes y el accionar de cada elemento que realiza actividad política en la universidad. Que la pugna por ambientes donde se tiene mucha llegada a sectores desfavorecidos de la comunidad universitaria, como son el comedor y la residencia, ha sido constante; y si algunos representantes de SL se han atrevido a exaltar su presencia como una clara posición de reafirmamiento, es porque todos lo hemos permitido. La ausencia de debate frontal en la universidad por parte de organizaciones de estudiantes, docentes y trabajadores fomenta la nueva seguridad que esta organización ahora exclama. La seguridad del ornato es un desastre y ello es responsabilidad entera del sistema administrativo que preside el rector; y en parte ha sido mellado aún más por la sobreexposición que tiene el campus tras las obras inconclusas (y métricamente indebidas) del by pass de la Av. Venezuela. Basta con decir que parte de la Av. Universitaria y la misma Venezuela, no tienen paredes. ¿Quién no podría así ingresar?
Nuestra sociedad no está preparada para convivir acatando sus propias reglas, y ahora que muchos terroristas han cumplido sus condenas, impuestas por el mismo “sistema democrático” que ahora se araña; volvemos al susto y la condena social. Aquí se quiere exaltar un hecho por el que no debe bajarse la guardia, pero que solo se ha hecho explícito para la comunidad civil. El estudiante sanmarquino de a pie en su mayoría ni siquiera participa de actividades políticas; y allí también radica nuestra irresponsabilidad por permitir que posiciones mesiánicas que toman decisiones sin respaldo popular puedan rebrotar.
No podemos permitir la privatización, ni la intervención de la universidad; el sensacionalismo de un hecho que no refleja el auténtico presente de carencias estructurales que vive San Marcos y la presencia de remedos revolucionarios, deben ser respondidos con ideas y posiciones firmes. Asimismo, nuestro silencio cómplice, nuestro aislamiento egotista, sólo conllevan a que dejemos que algunos tomen los remos de esta vieja y pesada balsa, a fin de cuentas, sólo nos despercudimos de la caspa cuando la vemos en nuestros hombros.
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