El ocaso del milenio daba náuseas. La última década había perpetrado más guerras, bombas de racimo, clonaciones, velocidad rampante, la consolidación del enriquecimiento abstracto y el establecimiento oficial de una vida parapetada frente a un ordenador. Todo ello quedó registrado en ese coloso de la angustia titulado “Ok Computer” en 1997, y Radiohead asomó como el puntal de una generación que podía decir algo desde la rabia y la desesperanza. Los medios, la industria y la nómade convivencia se encargaron de hacer trizas el espíritu del grupo y pusieron a Yorke al borde de la cornisa para entonarse a sí mismo ese verso estrangulante que dice: “I'm not here, This isn't happening”.
Al borde del quebranto e inseguros de su capacidad de poder hilvanar una sola canción; se cambiaron los métodos. Se despojaron de estructuras convencionales y sólo compusieron fragmentos. Abandonaron las guitarras para entretenerse con repeticiones desesperantes de bases electrónicas, y ahogaron la voz de la banda en un cúmulo de distorsiones y nuevas sonoridades. Selway rezagado; el mayor de los Greenwood estacionado en un solo acorde. O’brien casi sin cabida, Yorke ensimismado en espasmos y el multiinstrumentalista de los hermanos enredado entre cables y aparatos sofisticados; sólo daban cuenta de un rumbo incierto que da pequeñas señales que auguren una luz al final del túnel.
El caos como único norte creativo. La frustración aceptada como el punto final de cada trabajo y el peso de una disquera refunfuñando por otro hit melancólico que los haga más millonarios hacían de Kid A un parto doloroso. Fragmentos escritos y depositados en un sombrero terminaban por conformar las letras; y quedaba patente el miedo de Yorke a la nueva era, al desastre glaciar, al limbo del desarrollo de la humanidad y a su propio desastre interno.
Kid A es todo eso y más, y hoy; que se escuchan sus primeros acordes en el hammond, deambulando por loops y trombonazos de avant garde; uno siente a Mingus y Aphex Twin batidos en una licuadora, queriendo ser optimistas en la soledad de un océano inconmensurable donde la impotencia sólo puede ser derrotada con un nuevo ser humano. Radiohead parió un nuevo registro de la existencia con un infante reprogramado; y hoy que el niño cumple 10 años, se sabe que en nada se han equivocado, y sólo pueden seguir observando esta película, con la que nos despediremos cerrando como ellos mismos dicen: “I will see you, in the next life”.
Al borde del quebranto e inseguros de su capacidad de poder hilvanar una sola canción; se cambiaron los métodos. Se despojaron de estructuras convencionales y sólo compusieron fragmentos. Abandonaron las guitarras para entretenerse con repeticiones desesperantes de bases electrónicas, y ahogaron la voz de la banda en un cúmulo de distorsiones y nuevas sonoridades. Selway rezagado; el mayor de los Greenwood estacionado en un solo acorde. O’brien casi sin cabida, Yorke ensimismado en espasmos y el multiinstrumentalista de los hermanos enredado entre cables y aparatos sofisticados; sólo daban cuenta de un rumbo incierto que da pequeñas señales que auguren una luz al final del túnel.
El caos como único norte creativo. La frustración aceptada como el punto final de cada trabajo y el peso de una disquera refunfuñando por otro hit melancólico que los haga más millonarios hacían de Kid A un parto doloroso. Fragmentos escritos y depositados en un sombrero terminaban por conformar las letras; y quedaba patente el miedo de Yorke a la nueva era, al desastre glaciar, al limbo del desarrollo de la humanidad y a su propio desastre interno.
Kid A es todo eso y más, y hoy; que se escuchan sus primeros acordes en el hammond, deambulando por loops y trombonazos de avant garde; uno siente a Mingus y Aphex Twin batidos en una licuadora, queriendo ser optimistas en la soledad de un océano inconmensurable donde la impotencia sólo puede ser derrotada con un nuevo ser humano. Radiohead parió un nuevo registro de la existencia con un infante reprogramado; y hoy que el niño cumple 10 años, se sabe que en nada se han equivocado, y sólo pueden seguir observando esta película, con la que nos despediremos cerrando como ellos mismos dicen: “I will see you, in the next life”.
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