Sencillo y razonable…
Eso de no querer la sangre en tus paredes,
Ni salpicadas las importantes pérdidas de tiempo
Con cargo explícito al aburrimiento
Y ese sosiego del sellado y recibido
De la monumental mañana olvidada a luces blancas.
Entre lo que estorba tantas horas de lo auténtico,
Y regodea el diálogo tétrico de los buenos ejemplos.
Pues bien sabrás que no soy de tu estirpe
Ni tú de mi escondrijo añejo.
Basta escribir esta carta mutilando a cada miembro
De esa oficina celeste a la que nunca he de dejar de volver.
Abultado el pecho, expandido el culo
Enamorada mi ancla del sillón inerte
Frente al espejo de los entendidos inexplicables
Explaye codos y concéntrese en olvidar,
Y borre la coma y atentamente; dos puntos:
Atención, Señor
regente.-
Sírvase usted saber
que el río no ha mojado
Y el cauce aún me
arrastra a las montañas
A querellar frente a
su inmensidad (tan pequeña)
Para desistir de ser
nombre de cuatro cifras en mitades (a veces retardadas)
Y jugo de naranja y
nudo Windsor
Con zapatito lustro de
cuello percudido
Y todos los buenos
días
Y mis más sinceros
olvidos
Y los cordiales pero
poco atentos
Sin ningún particular.
Sepa usted oh nuevo
dios
Que el vilo de mis
molares caídos me corroe menos
Que ese reporte en azul
que reclama,
y bien puede irse por el buen
camino de las mayores mierdas…
Poco atentamente,
Su perro.