Rúa somnolienta y borrascosa…
Te desbocas resacosa entre tus polvos y hendiduras
Dando edredón a tus habituales migrantes
De talón desnudo y pucho exprimido,
Siendo salón imperial de los adioses eternos
Y los discursos de altamar;
Juramentos de platea desierta…
Acaso los más auténticos que siempre auguran el final.
Rúa vertical…
Viertes tu pavimento de excretas y húmedas sabinas
Entre cables y garúas; muchísimos cables…
Para reconstruir tu fachada de habitantes
Y recorrido derecho a paso doble y suela sedienta.
Pero hoy no…
Hoy no;
Hoy somos tú, el ave negra y mi esparcido monumento de
migajas
En lid azarosa de ebrios silencios.
No busco lares ni pasajes secretos
Ni verdades ocultas en vellocinos;
Sólo intento retener el aliento en este último cansancio
De bancas ajadas y merecido derelicto.
Y clavo estacas en paredes rugosas y esparzo orines.
Porque este es mi territorio, el de todos y el de nadie…
El de los canes tísicos y las envolturas conquistadas por
súbditas hormigas.
Este es mi respiro auténtico, acuático…
Mi grito mudo de imperio y autarquía.
Y allí el pensamiento se desnuca...
Como cuando el techo es sólo el aroma de tus canos cabellos,
Y rosea el evocar de un solo nombre.
Porque este también es un hogar con tu nombre…
Porque esta rúa sólo tiene pasadizos insomnes
Que llevan a…
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