"Todo lo que vemos o parecemos es solamente un sueño dentro de un sueño"
Edgar Allan Poe
Edgar Allan Poe
No es posible imaginar el estrujar del pecho ante la desaparición de un ser querido. Cavilar acerca de la muerte es algo que termina de alguna manera u otra en aceptación, más, una desaparición es un limbo. Un estadio de esperanza y resignación en pugilato continuo que abruma cada día del resto de la vida de los aún aparentes presentes. Y menciono aparentes porque el resto de la vida a partir de una desaparición es la muerte misma. El estupor de levantarse y abrir los ojos con la sensación de presencia y derruirse ante un armario intacto, que conserva los olores y desórdenes de los que sencillamente desaparecen.
Ahora bien, las desapariciones
están fuertemente ligadas con procesos desquiciados, socialmente hablando. Y en
el caso particular del Perú, con el desquicio de nosotros mismos y nuestras
autoridades. La desaparición física de miles de habitantes (no existen cifras
exactas, aunque si las hubiera no habría mayor ironía) de nuestro territorio, por asesinatos silenciados
de parte del Estado así como de los movimientos criminales que azotaron los 80’s
y 90’s; son la expresión más triste de nuestra claroscura apariencia. Es loable
que existan movimientos y manifestaciones que exijan un interés real de parte
del Estado en revolver las entrañas de este terreno hasta saber qué pasó; pero
esto es ínfimo en comparación a la auténtica desaparición que nos azota: la del
recuerdo.
Este encuentro de múltiples
humanidades desapareciendo de su propia memoria lo ocurrido, es el auténtico
drama de un país que “avanza” e imprime en orgulloso logo su patriotismo
culinario y de alguna que otra casualidad al mérito individual. Porque cuando
el grito del olvido se resume entre los perfiles coloridos que expresan su
desazón con un pulgar arriba y tan sólo eso; es cuando asumimos nuestra
auténtica miseria y derrota.
Nosotros hemos desaparecido,
hemos perdido el instinto de reconocer en el otro a alguien nuestro, y nos
hemos condenado al libre albedrío de la satisfacción condensada y pagada a
plazos, entre pastillas morales y lemas de franquicias coloridas que nos
embuten la manera de vivir. Porque hemos decidido olvidar, en aras de conseguir
un guiño pixeleado de lo que nos han vendido como sociedades mejores en las
telenovelas y películas, en las contratapas del ensueño que se modifican al
gusto y preferencia de un bolsillo rebosante, y una esquiza voluntad de siempre
ser felices. Porque queremos olvidar que el día tiene sombras, y cadáveres y
montículos de hermanos mutilados, incinerados
y registrados como un frío y enorme cero.
Quizá en el fondo de nuestra
memoria aún escarbe un moribundo y
rechoncho gusano, que se ha engullido lo que nos hace recordar, para vivir el
ensueño: una auténtica manera de vivir, la plástica y colorida felicidad.
1 comment:
La raza de los hombres tristes hace que suene. "Más, sí, la deseamos.." dijo un día ese que era Rey sin haber sido principito.. Porque tal vez hasta se pase (someday) el plástico por el gramo y un muy amable 'vuelva pronto' pronunciado por un telepantalla nos deje esa pobre, pobre...
Ha sonado, y las bofetadas del caso.. somos uno, somos dos o tres (a veces somos tantos que me desentierro).. pero niego el cero cuando es dictado desde el publicitario ¿Muro?
Puente y Misa, hermano,
Hay.
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