Hoy le dictan prisión de 9
meses a los vándalos de Huaycán. Las lectoras de telepronter junto a la infamia
revestida de gran prensa y sus grandes titulares, condenan el salvajismo de los
pobladores de Huaycán, quienes osaron levantarse ante una representación poder
del estado: una comisaria. Mostraron los mejores ángulos y cubrieron como por
arte de magia, en vivo, desde el lugar de los hechos. Ya a estas alturas,
redundar en la historia de los traficantes de órganos y su carácter de
psicosocial, es ocioso. Lo dice hasta Sol Carreño. El punto es, y el presidente
lo sabe (ver video en el siguiente enlace: http://larepublica.pe/sociedad/827070-ppk-se-pronuncia-sobre-los-disturbios-ocasionados-en-huaycan)
que Huaycán es una porción del gigantesco distrito de Vitarte; divorciada de la
gran Lima y su orgulloso progreso estelar de Latinoamérica. En Huaycán, hay: pobreza,
desnutrición, violencia familiar, falta de servicios básicos, delincuencia,
comercialización de drogas, caos de transporte y claro, un Estado ausente.
Quien conozca Huaycán, sabe que la policía que habita su comisaría está
totalmente corrompida. Hay asaltos a mano armada a diario, hay una mafia de
peajes de colectivos y de transporte público (sólo combis) a escasos 50 metros
de su dependencia; hay, en suma, libertad para delinquir y una respuesta nula
de dicha dependencia. Hagan una simple prueba y marquen el teléfono 371-5232 y
verán que nadie les contesta. Ese teléfono, es el reflejo exacto de lo que esa
comisaría representa: nada, un bis repetido de la desatención y el desamparo al
que se encuentra sometido esta población; que con un pasado casi mítico desde
su formación hoy sucumbe al sálvese quien pueda del mercado y todo lo que ello acarrea:
desorden, desigualdad y mucha pendejada. A ello, súmenle que Huaycán tiene un
porcentaje de población joven harto desocupada, desamparada, no educada y que
habita en sus predios y zonas más alejadas, dedicándose al robo y a la micro
comercialización de todas las pastas, pepas y postres que puedan imaginarse;
sin tener ningún recinto deportivo, centro cultural, cine o biblioteca donde
poder ampararse. Entonces, teniendo en frente a tu “enemigo directo” y envuelto
en una situación paupérrima a nivel social y educativo, es obvio que ante el
más mínimo halo de desorden, aprovecharás para desfogar tus frustraciones y
desazones. Es casi como la problemática de las barras bravas, azuzada y
manipulada, desde la mente perversa de grupos políticos y operadores malsanos
que bombardean de cojudez a la gente (ya hemos visto esto en el pasado con Sara
Hellen, los Pishtacos; y lo vemos a diario en las portadas de “El Faite”, “El
extra”, “El Trome” y cuanto periódico de china que se expenda).
Aquella tarde, a las 2:00 p.m.
toda la población comentaba lo de los famosos descuartizamientos, a las 4:00
p.m., como por arte de magia, había una turba de 50 personas, a la que se
sumaron cuanto pandillero, drogo y transeúnte camine por allí. A las 5:00 p.m.
ya estaba el auto incendiado, la mujer fallecida y en cuestión de 1 hora había
policías a raudales, prensa y pánico entre quienes no teníamos la más mínima idea
del porqué de los hechos. Puedo dar fe, que desde el grifo Villa Hermosa, hasta
la zona B, pasando por la zona A y los redores de Pariachi, el regado de
vidrios, olor a gas lacrimógeno, barricadas incendiadas y piedras voladoras,
fueron constantes hasta la medianoche. Se apagó el alumbrado público, y lo que
se vio era una escena de “El talón de hierro” y su gente del abismo. No había
razón para mantener el enfrentamiento, pero creo que lo hemos explicado líneas
arriba. Hoy, Huaycán es sindicado como una tropa de salvajes, y en unas horas,
medio país estará pendiente del final de una novela que duró ocho años
liderando el rating, y pasaremos con un comercial a hablar de la final del
futbol peruano y las promociones de televisores 4K para esta blanca navidad.
A la cárcel deberían ir el
órgano de perfumes, el sensorama y la telepantalla; pero claro, no debemos
atentar contra la libertad de expresión. Estoy convencido, que esto, en Cuba no
sucede, pero claro, ¿cuánto estás dispuesto a valorar lo más básico en aras de
la mera posibilidad que te da la libertad y todos sus sueños? Eso, es lo que le
alabo al comandante; que salvó a una generación (siquiera) de esta mierda; porque ante el poder, su exuberante seducción y
consecuentes horrores, sucumbieron casi todos, y el no fue la excepción.
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