y va el escueto desperdicio del café frío en la taza percudida
con esos pasos tibios que acarician la madera sucia de nuestro piso sucio
que embarro y embadurno sin más reparos
Y no hay nada más que reparar
sino somos ese cuerpo impávido, frío, tieso...
Ten en cuenta que se acalla menos de lo que se ama
y el estupor del recuerdo siempre abraza y engaña.
Y va el humo, de las colillas apagadas a la fuerza
con cierta cadencia negra, ya poco sensual
y tu rostro apagado
y mi mano apagada
y mi vino cuarteado
y tu lágrima seca
y se acabó el y...
o...
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