Hay que aprender a
sentarse en una banca.
A solas, en tímido
placer
Siendo sombra
transeúnte.
Un legajo del
olvido que rodee las hojas que danzan prematuramente
Al diluirse el
cielo de cuarteado naranjita.
Reculando en las
aristas de lo que significa ese parnaso tan vivo,
Tan peculiarmente
solo.
Porque el páramo
aún no es digital
Y vaya a saber uno
Cuando comienza esa
imitación de la vida
Que tan bien
diseñan en los valles del silicio.
Y como quien no
quiere, préndete un sativo argumento.
Para colorear las envolturas
que se desplazan,
Los charquitos de
media estación
Y hasta una hilera
de inquietantes hormigas.
Escoge una banca
pequeña.
Si es de madera o
concreto,
Importará en tu
sola circunstancia.
Asumamos… que esto
es lo que nos queda.
No comments:
Post a Comment