Al de la cuadra 35, ustedes saben de cual hablo…
Pasarela del encuentro de 2 mundos
Que te elevas entre el mohín vertiginoso
Y acortas las distancias en tus consecuencias, dicen.
Tú que te impones como un torreón blanco
Y desprecias el adobe con cuy y gallo, diciendo: de su mano, el medicamento al atraso va llegando
Tiendes tus jurásicas patas entre Rimachi y Gonzáles Asociados.
Nexo del futuro fluorescente y el presente hecho pasado siempre,
Danzan en tu alfombra los mil cuerpos del Cristo hombre:
Y regocijantes irán los ternos enflechados
Sin rozarse con la emprendedora confianza del alumno engañado;
Que reniega de las palmas mugrosas que limoncitos regalan,
Estorbando a los vientres, y las premuras
Que crecen como yuntas hechos moldes de la tensa gota que se apura.
Entonces, se erige la confianza en el mañana,
De la fórmula atesorada en las secretas de las espaldas trasnochadas
Bien escurridas por suaves manos bien direccionadas
Que por ser dóciles en su calce, no dejan de hundir la mugre en su apetito por saquear el destino
En tu vereda torcida nos limitamos a tumbarnos
Sin temor al valle, sino a la planta;
Y vale al lector una palmada a su concentración…
Que detenerse un martes no pierde nada;
Pues cuando observe el techo de torcidas mañas y carbonos revueltos, desde su alto
Podrá respirar tranquilo, diciendo:
“Sí, esto es lo que yo he labrado.”
P.D.: caballero, aténgase a reflexionarlo.
Pasarela del encuentro de 2 mundos
Que te elevas entre el mohín vertiginoso
Y acortas las distancias en tus consecuencias, dicen.
Tú que te impones como un torreón blanco
Y desprecias el adobe con cuy y gallo, diciendo: de su mano, el medicamento al atraso va llegando
Tiendes tus jurásicas patas entre Rimachi y Gonzáles Asociados.
Nexo del futuro fluorescente y el presente hecho pasado siempre,
Danzan en tu alfombra los mil cuerpos del Cristo hombre:
Y regocijantes irán los ternos enflechados
Sin rozarse con la emprendedora confianza del alumno engañado;
Que reniega de las palmas mugrosas que limoncitos regalan,
Estorbando a los vientres, y las premuras
Que crecen como yuntas hechos moldes de la tensa gota que se apura.
Entonces, se erige la confianza en el mañana,
De la fórmula atesorada en las secretas de las espaldas trasnochadas
Bien escurridas por suaves manos bien direccionadas
Que por ser dóciles en su calce, no dejan de hundir la mugre en su apetito por saquear el destino
En tu vereda torcida nos limitamos a tumbarnos
Sin temor al valle, sino a la planta;
Y vale al lector una palmada a su concentración…
Que detenerse un martes no pierde nada;
Pues cuando observe el techo de torcidas mañas y carbonos revueltos, desde su alto
Podrá respirar tranquilo, diciendo:
“Sí, esto es lo que yo he labrado.”
P.D.: caballero, aténgase a reflexionarlo.