El trino de un mirlo acurrucado en su camisa.
El pulso tibio de Chuco, calibrado entre pericias.
El ande calmo de los martes sin norte ni viento.
El único poste de ensueño de una dársena abierta,
Panteón de las únicas líneas honrosas en palmarés derrotera.
El gimoteo de un pescado en tierra
Esboza su más pura existencia
El vaho de las mañanas de Lima
Impregna su parla sencilla de remesa.
Y allí va, con sus dos únicas estrellas debajo,
La gabardina pobre, la suela topando con el ocre,
Su barba restregando los jueves,
Su ceniza exhumando su mente Penélope.
Nunca viósele sin sueño,
Como si cansado del existir perpetuo rugiera ante los mandatos supremos.
Su pinta era su mística defensa
Su aliento era lo mínimo que proyectaba de entereza.
Algún día le verás
Acurrucado en un índice de remates
Apretujado entre meras estrellas luciérnagas
Sobreviviendo, pese a su tedio a la era.
Entonces, como hojeando las cuentas de la mercantil tarea del mes
Obviaras su irresaltable color hecho nombre
Y como tablas decimales, se cumplirá la digna sentencia….
Los hombres de madera, son simplemente estacas en la hierba.
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