Thursday, November 29, 2012
Wednesday, November 14, 2012
Nosotros
-¿Es que supone que temo esa
palabra? ¿Ha intentado alguna vez romper un cascarón para descubrir lo que se
oculta en su interior? Se lo mostraré. Recuerde, una colina azulada, una cruz y
una multitud. Arriba, unos, salpicados de sangre clavan el cuerpo en la cruz;
abajo, otros, anegados en lágrimas, miran. ¿No le parece que el papel de los
que están arriba es el más difícil e importante? Pues sin ellos, ¿cómo habría
podido consumarse esa grandiosa tragedia? Ellos fueron odiados por la multitud
oscura y anónima, pero por eso el autor de la tragedia, Dios, debe premiarlos
más generosamente. ¿Pero el mismo y piadoso Dios cristiano, que quema
lentamente en las llamas del infierno a todos los que no se le someten, no es,
él mismo, un verdugo?
“¿No cree que el número de los
cristianos que han sido quemados en la hoguera es mucho más reducido que el de
los cristianos que se queman en el infierno? Y sin embargo, compréndalo, ese
Dios ha sido adorado, a lo largo de los siglos, como el Dios del amor. Qué
absurdo. Por el contrario, aquí, en el Estado Único, la inextirpable cordura
del ser humano se escribe con sangre. Incluso, entonces, el hombre, salvaje,
harapiento, entendió la verdad que el infalible y verdadero rasgo del amor a la
humanidad es su crueldad. Así como el rasgo infalible del fuego es que quema.
¿Puede mostrarme un fuego que no queme? Pues nómbrelo; ande, discuta.”
¿Cómo iba yo a discutir? Cómo iba
a discutir si esas fueron mis propias ideas anteriores; sólo que yo jamás había
logrado revestirlas de una coraza tan firme, fuerte y brillante. Callé.
-Si su silencio significa que me
da la razón, entonces hablemos amigablemente, como dos personas maduras, cuando
los niños ya se han ido a la cama. Y tengo que preguntarle: ¿por qué razón los
hombres, desde la misma cuna, han rezado siempre y han soñado y han sufrido
siempre? Solamente para que alguien, uno de ellos, definiese para siempre lo
que es la felicidad y los atase a golpes de masa a esa felicidad.
“¿Acaso no es precisamente esto
lo que hacemos? El antiguo sueño del Paraíso. Recuerde, en el Paraíso, los
hombres ya nada desean, ya nada anhelan, ya no conocen la compasión ni el amor.
Allí solamente existen bendecidos con la eliminación de la fantasía (y por eso
son benditos) los ángeles siervos del Señor….
Yevgeni Zamiatin, de Nosotros
(1920)
Friday, November 09, 2012
El rostro del rostro
La soledad de las pantallas
Donde cada quien resulta un cosmos.
Panales de los más distantes universos (de cuervos),
Un babel de quincha que danza
Y se tambalea al ritmo de un botón pulsado.
Las verdades que se dijeron
Se tornaron en el sueño de quienes callaban,
Y los colores pierden distingos
En la ramada de tus suspiros bostezados
Contra ese rostro gigante, esa faz deforme de metálico mentón
Que te acoge con sus risas de Sodomas
Y te arrulla con sus senos de lácteo polietileno.
Neumático, sintético, mmm… sensorial.
Te intento encontrar en el plantío
De las cabezas rapadas y los códigos;
Y mis barras sólo son mis objetos (a crédito)
Y mis marcas las que más gusten y se pierdan en el antaño,
De los áticos en desuso y polvorientos.
Me rebalso en esta boca desdentada
Y me enjuago en el sudor de los millones aparentes.
Donde todos decididos, sentados la historia del olvido escribimos.
Y cuando las sirenas resuenen,
Se esconderán los gemidos de las madres
Los sollozos de los fieles
Y los rezos desprendidos del magneto.
Y surgirán las incógnitas doradas.
Las que responden al silencio,
Las que mascullan en tus hojas amarillas
¡Porque se acabó el tiempo de la parla!
Y el estrépito se interpuso entre mi corazón y tus lágrimas,
Donde tocaba el talle violeta y acurrucaba mis vellos
Al ritmo de las teclas ante la luna rosada.
Todo sin tiempo, todo en tardes de adviento.
¿Ahora te arrepientes?
Sudoroso ante tu clan de pantalla (¿resolución maximizada no?)
Acorralado de tanto, de mucho, de hastío…
Gobernado por el placer automático
Donde se suspira boca abajo,
Donde el olor pasó a ser rincón de diccionarios.
Tuesday, November 06, 2012
eco
Temerosa distancia,
Fulgor de la rebelión de los lápices derrotada.
Acorde viajero…
Compañera alada que murmulla la levedad del apego.
Tengo miedo, ese miedo que levita en las comisuras.
El pálpito espaciado, de los
clarinetes del subsuelo.
Argollas elementales que recorren el espacio
Por donde me enrollo, me remango,
Me escurro, me distancio…
La tibia mirada…
Las rodillas apegadas al pecho (¿el miedo?)
El eco de la voz de la madre en las filminas naranjas;
Todo de nuevo, todo de nuevo…
El féretro, la cucharita, la baba seca
La sábana de las medianías.
El estupor de la tarde acaparándote la espalda.
Mi rostro inconcluso que se atribuye una definición:
"Buen día señor",
"Vete a la mierda",
"También te quiero",
No otra vez, no esto otra vez…
mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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