Saturday, January 05, 2013

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Las brisas de la conciencia, secuestran el sueño
Irrumpen sigilosas e hilarantes
Y se desbordan, cual sangre mal oliente de pescuezo en matadero;
Y discurren con sus brazos celestes
Entre todos mis rostros, ecce homo.

El redentor se cuela y se planta ante mi piara
Arrimando las sobras entre las pezuñas
Y escarbando mis cerdas, llega hasta los confines del delirio,
Para embadurnarme de culpas y flemas;
De destinos ajenos, que se derruyen en pogos silenciosos
Do el rumor de la basura emerge a cada paso.

Y revolotean en el aire como en una danza:
Los epitafios y las mentiras,
Las máscaras carcomidas de un teatrucho sin sombrero mendigo;
Y su culo seco, su culo rechoncho, su culo muerto
Que acogen mi verga esbirra hasta despedir aromas taigetos,
Y el espasmo jugoso, batido en sueños
Que hace un coctel del descenso, cual cicuta sin efecto.

Oh, redonda pleitesía del desconcierto
Vigila mi mayúsculo sufrimiento
Y desgarra mi sueño de mayor conciencia.
Llévame a mi vulva más primaria
Y arrópame en sus trenzas.
Enjuágame del vilo de la culpa garrapata
Y descose mi abdomen hasta extirparle las más fétidas vísceras
Para embutírmelas de nuevo,
A conciencia de asco y trago de cemento.

Alisa el metro (si llega) de la lápida fresca
Para borrar partida y nacimiento,
E imprime en magro y mórbido epitafio:
“He aquí la piara, muerto el puerco”.



1 comment:

Anonymous said...

"Muera el perro"