El golpe seco de su muerte ahogada
La vuelve una talega oscura
Donde su abrigo de pampa se desvanece
Por resolver los recuerdos.
En esa manga devenida en colgante esqueleto
Está el perfume de ese viaje, los hedores de las suelas
sin destino
Y en los puños percudidos, mi fiebre de altiplano
Y uno que otro cabello lustroso que emerge
Para enredarse en el cadáver espumante,
Y las pajitas de esa tarde tumbada frente a la inmensidad
De tu babita reseca
Uno a uno, despellejo de espinitas el lomo, el cuello
Y aparecen tus ceños, tus berreos, los mismos ecos.
Y no para de pesar la mismísima muerte
En esa tina enjuta
Pues levantando al cielo la figura húmeda
De aquella prenda sin alma
Me encuentro velándome sin estupor de martes
Y la angustia de la brisa dibuja el alma derretida.
Y sin darme cuenta, golpeo el pecho…
Un recto al rostro desvanecido
Una flexión inútil
Para ser vencido por el viento, por la ausencia.
Y tú, verde, más pesada, sucia,
Enjuagas lo que no volverá…
Ensayando una postura;
Dejándote caer en el cordel
Más pesada, ladeándote…
De lado a lado,
Con fetidez de nada.
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