Escucho esa sirena subyacente crecer
En el cogollo de esta habitación percudida
Y repaso que mis nostalgias
Giran gravitantes
Por las paredes, por los papelitos estrujados
Y los acordes rancios que se repiten sin sentido en este
fulgor
Alicaído, que escribe temeroso
Por las rutas hartas de mí, de un espasmo inútil.
De una soledad que ya no aqueja
Sino la constancia de que se está acabando
Esta temporada de artificiales paraísos
Que en el fondo fueron artilugios
Sin brío para darle emoción al partido
Ya que este soso empate es un bucle
De existencias ya narradas y cantadas
De más…
Y ahora ando apagando todo
Dejando casi media nada
Vistiéndome más, tragando por sentido de la misma sin
razón
Que te estrecha
Sentado en el bus o tendido en la acera
Y metido uno en el rellano
De las cosas que se hacen porque si
uno acaba palpándose el mentón y ensanchándole un hueco a
la correa.
Porque no hay siquiera dolor humano
Ni sesudo desmonte de reflexiones
Pues andaría fotografiándome y esperando
Binarias adulaciones.
Entiendo que el orbe sea grande
Tan grande como quiera verlo
Y aún sigo eligiendo - ¿muy cómodo no? - Esta revolución
de quejumbres
Y pipas que te apartan
Para ser disidente desde el vidrio
Y expirado vestigio de mí mismo.
He muerto de cansancio
Y ni siquiera hubo una buena pena.
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