Saturday, July 14, 2012

ocho



ocho lágrimas,
ocho estrellas,
ocho silencios,
ocho años,
ocho...

3 comments:

Anonymous said...

El sublime encanto del abismo, una repulsa estéril, una adicción que jamás arriesga… Una justa y admirable masturbación.
“Ah, pero los tiempos del horror – cuando siquiera había la certeza del horror – cuando en vuelo rasante las aves del progreso ametrallaban y descargaban su napalm; cuando soldados con uniformes color diarrea o color necrosis nos asesinaban en nombre la libertad y la justicia; cuando médicos recorrían los territorios del cuerpo y del alma buscando sobrevivientes para volver a lanzarlos al combate, Sara y yo, escondidos en nuestros sueños, fugados en un horror al otro, huyendo, gritando y esperando (las guerras son sobre todo largas esperas), no teníamos más recursos que el robo: robábamos segundos, minutos a la muerte. Había formas retorcidas de amor, pero hoy hay grietas nuevas por las que se filtra un pánico, un miedo esencial que todas las mañanas nos hace amanecer suicidas”
J.A.

Anonymous said...

Y para eso estan las madrugadas a solas (con tu sombra, con tu mujer, con tu araña o con tu arritmia o con tu nada..pero a solas) dándole y dándole al asunto sin parto de pléyades ni enfermedades nuevas .. o sí?
Sigamos regando la playa hermano.. la muerte acompaña en el bajo esta noche y no me importan los harapos ni el bolsillo desflorado de sol a sol .. el silo se comió al conde y años después regurgitó Cosmic Slup .. Dígame si no es muy raro todo esto.. Ay carajo ..AAYYYY!!!
Salud hermano.. Salud entrañable y eterno..
PD.- que tal texto csm ..J.A. ..¿? Hermoso.
B.

Anonymous said...

Vaya, habrá que prepararse (si tanto musgo no ha sido suficiente) para que desde sus fosas se levanten (aquellos, los otros) iracundos y por jirones, a exigirles su merecido trueque. Y lo sabemos tan bien, en vano se lubrican en su propio fango, estéril y de una micra de diámetro, tan infecundo que hasta la locura se indigna. Pero allí van ustedes, en esa micra, asfixiándose, embelesados tan cómodamente desde un balcón, desde las nubes, desde un cerro, con mujer o sin ella, masturbándose con su micra.
Los muertos nos hablan y se ríen de nosotros cada vez más. Vamos hermanos, lubríquense de verdad, la poesía post-napalm no se merece esto, tanto engaño, tanto desperdicio disfrazado de dolor.
J.A.