Friday, December 27, 2013

El reino aparente

De los colores crispados ha nacido un reino.
De veredas lustrosas y regiones transparentes,
De panales erectos y habitación en resumen,
Donde el brío es decreto de un titular
Y el ascenso, el escalón dorado donde culmina el sueño.

Por entre estrechos eructos
Se distribuye el reino; entre los briosos, los lustrosos y los ignotos.
Y en combinado de agachados se mezclan
Para dar tenor al reino… el reino aparente.

Surcado está, de matas, fierro, cemento y caca
De ese color que llevan los vértices de las aceras
Entre orines y bolsas al aire, por entre cenizas y astillas
En azaroso vestigio que intenta barrerse
Como siempre corresponde, en tórridas madrugadas.

Puedes conocer sus madrigueras y palacios,
Responsablemente distanciados.
Guarnecidos por uniformes especiales
Y sigilosamente remallados por distintos telares.
Pelajes especiales, afiches recortados y servilletas de doble hoja
(Aquí se extienden las praderas del oriente y su plaga)

Algunos reinos tienen bosques y otros, paja,
Y las bancas son decreto de la ausencia de los muertos;
Pues seducen tanto en avenidas como en penosas cuadras,
Donde habitan el extremo absurdo y el pertinente delincuente,
Que bien calzado, viste corbata y porta armas de palabras
Y serena consecuencia con el dolo
(Aquí cenas de Ribeyro y muchas, pero muchas papadas)

El reino se yergue con accesos numerados
En carné de contraseña
Y con sencillos trueques
Por lo que esté uno dispuesto a que el futuro se empeñe.
Pero si de adquirir un elefante se trata
Vaya usted a saber los planes que se ofrecen
En módica sumisión del destino
Y llanto decorado de pantalla plana
Siempre ecuánime y lustroso,
En el pasadizo de los sobres excretos
Que llevan el rostro de la risa fatigada
Y sus faroles sepias untados de madrugada.


El esquivo escollo es para algunos, carcajada.
Que en arpegio gélido desprecian desde su plateada montaña
En corbata persa los anónimos briosos.
Y debajo los lustrosos decimales: digitales, amoldables
Los sumos pálidos aceptantes,
Bullen por el bólido diploma
De timón y fálico derroche
Que permita dejar el insano decorado de nuestros bien milimetrados
Suplicios urbanos.

Pues los ignotos otros, vamos desquiciados
En latones dinosaurios encallando
Y naufragando por selvas púrpuras
De añejas rutas y coro a bocinazos.

Más abajo están los ojetes henchidos
Y las mamadas bajo el puente
De orgasmos clandestinos y sobeteos turgentes
Entre vómitos y axilas de resaca
Donde sudan el vientre y las tupidas rajas
Como cuentos carcomidos
De un centenario apolillado,
Guardián de las derrotas sin aliados
A dos luces y entre cerros
A palabra de olvidado incinerado.

Y las rejas… las rejas, los postes en maraña
Los murales efímeros y los camastros de telaraña.
El estibador de toneladas
Y el cortejo de pirañas, entre teñidas fachas.
Todo en mezcla de requinto y máquina.
Porque este reino surgió en 4 días de resaca
Pues la juerga de dios duró lo que tenía que durar para semejante falla.

Y hay que imaginar el orden entre lotes y manzanas
Huyendo de trampas y sorteando cacas,
Fumando el eco de la tumba de los ruidos
Haciendo del delirio la constante del rostro
Pegado a la ventana, pegado a la pantalla
¡Pegado al mismo suelo ardiente donde ya no crece nada!

Más podrida no podía estar la siembra
Si querías cosechar siglos de farsa.
Y aparentemente el canto ha resumido el paréntesis
Y vuelto está hecho el dorado marco,
Pero escrito en letra de adenda
Como quien husmea la masa de un pan que brilla por fuera
Olerás el culo de esta patria vieja
Que chorrea sangre, mierda y mucha, pero mucha… seca esperma.

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