Monday, October 20, 2014

libelo para los estudiantes de la Cantuta

“Cada mañana, nosotros, una legión de millones, nos levantamos a una misma hora, a un mismo minuto y a un mismo tiempo; todos, como un ejército de millones, comenzamos nuestro trabajo y al mismo instante acabamos”. Estas palabras que bien tienen sonoridad actual, pertenecen a la primera novela distópica escrita por el ser humano, y corresponden al escritor ruso Yevgeni Zamiatin y su obra “Nosotros” publicada en 1924. No es sino con estas simples líneas que pretendo dar inicio a esta pequeña disertación sobre el rumbo del hombre en la modernidad y la soledad impregnada de ensimismamiento, en estos tiempos de masas e interconexión. Tal cual Zamiatin lo escribió hoy es sencillo sentirse parte de un todo, pertenecer al universo artificial del internet y hasta ser dos, tres, o diez personas al mismo tiempo en ese desfile de identidades que se han vuelto las redes sociales. Es muy sencillo “participar” de la comunidad virtual, esgrimir argumentos, debatir y hasta condenar con repudio los avatares de la sociedad y sus bemoles, pero todo ello, transcurre paralelamente, casi subrepticiamente a el horror de la sucesión de los días, al descaro con que se nos presenta la vida eternamente igual. Cada día, de un habitante promedio del orbe puede resultar un calco, la copia de la fotocopia de un guión escrito y prescrito para quienes carecen de recursos y posibilidades de surtirse un alternativo devenir, y allí, en medio de nuestro respiratorio subsistir están nuestros nuevos credos. Y menciono como credo a las nuevas formas de la fe, que se han vuelto: el espejo, el dinero y el éxito.

La sola posibilidad de asemejarnos cosméticamente a la perfección de lo que vemos en una pantalla, nos vuelve insanos. Queremos los cuerpos de las pantallas, los tamaños de las revistas, los colores que la moda nos dicta, y los instrumentos que la promoción decida. El camino es el mismo, y a él “todos” podemos llegar. El espejo se ha vuelto un vulgar remedo de la insatisfacción de las identidades, y la suplencia de autoestima se consigue con pastillas de la moral, chocolates calientes para el alma y una serie de sucedáneos que no son más que otro negocio en el cual otros puedan regentar. Porque la belleza anhelada también es el soma de la vanidad y el perfume de los disconformes; porque todos debemos ser iguales, porque todos podemos ser iguales.

Y no se puede ni se anhela ser otro, sin gastar. Y allí nos embutimos todos. En ese camino púrpura que reflejan los neones de esa danza del crédito y el consumo que se han vuelto los centros comerciales. Auténticos bulines perfectamente edificados para la orgía del gasto y el deslizado de tarjetas, para el empeño en ser parte de las marcas y sus sellos estampados relucientes en nuestras bolsas y cuanto trapo nos hayamos calzado. Yo me he adentrado en el gentío y siendo parte del gran tumulto, me he sentido más solo que nunca, porque no he entendido cuál es el propósito de esa coreografía ni lo inútil que es mi desencanto en medio de tanta plástica algarabía. Hoy el gasto puede darnos sueños, puede darnos presentes que en un futuro terminaremos de pagar  con absurdos intereses y hasta nos da tiempo, ese tiempo que un banco publicita diciendo que vale más que el dinero, mientras en su salón oval, unas cuantas corbatas finísimas hacen cuentas entre risas, celebrando el mayor margen de su balance y la última línea.

Pues digámoslo más claro, el triunfo… sólo es el éxito. Si no ganas nada eres nadie, si no reluces con brillos alterados digitalmente eres nadie, si no figuras en la pantalla eres nadie, si el otro no existe, pues no importa; porque tu triunfo es el triunfo de la rueda, de el milimétrico sistema que se nos vende y se aprueba con elecciones y remedos de democracia directa, porque lo único que importa eres tú y tu y tu, y solamente tú.

Yo los veo, los he visto. Privados de conciencia e individualidad, son incapaces, en su inmensa mayoría, aunque tengan un alto conocimiento tecnológico, de enjuiciar el mundo que les rodea, y se sienten satisfechos, con la misma satisfacción que siente un animal cuando tiene mínimamente satisfechas sus necesidades materiales.

Sábato alguna vez esgrimió: ¿Podremos vivir sin que la vida tenga un sentido perdurable? Camus, comprendiendo la magnitud de lo perdido; dice que el gran dilema del hombre es si es posible o no, ser santos sin Dios. Pues aquí está la respuesta, Dios eres tú. Tú eres tu máxima expresión hasta donde puedas hartarte, tú eres la única respuesta a tu gran pregunta, tú eres la soledad entre multitudes, porque el otro no existe, porque no te beneficia, porque no importa.


Yo, compañeros Cantuteños, vengo de San Marcos, y he visto tal como me imagino sucede aquí, la anomia que se ha vuelto la vida universitaria. La indiferencia que existe hacia los problemas sociales, y la preponderancia de las verbenas por sobre todo, y a las currículas envenenadas de materias empresariales, que no condeno, pero que en suma, sólo son coro del credo del yo, y del festín del salvaje capitalismo. Ese que te mete en carrera sin que la sangre hieda, ese que te mete en constantes centrífugas del sudor y el esfuerzo en pro de tus objetivos táctiles, ese que te vende nichos de 50 metros cuadrados para sobrevivir, ese que te hace sentir parte de un todo casi como en una melodía electrónica que se repite, en un bucle sensato de nadas sin importancia, pues al fin y al cabo todo se resuelve entre el abono y la tierra, entre la lápida y tu ceniza; a fin de cuentas, esa fue la última compra que hiciste y que quizá si no has pagado, no tengas ni donde la muerte te albergue ni una sola brisa.


Gritado a voz el 17 de octubre en la rotonda de la facultad de Ciencias y Humanidades de la Cantuta.

1 comment:

Anonymous said...

y en mitad de la pesadilla escuchar (como la voz del pozo y el péndulo) la voz en off del reallity diciendo: "Estas eliminado".
Y pensar que por un momento parecía que los siete u ocho que espectadores eran los de la fosa y el trillón de Intis y el nicho impago y las soledades del dios entre panal ... y panal.
No olvidar detalle de medias regresando a los pies al lado de Dra. (-Is a wonderful party).
Mariachis!!
ya.
E.