Friday, October 02, 2015

Si el fujimorismo miente, ¿la izquierda debe hacerlo también?

Keiko Fujimori miente.

Alaba el trabajo de la Comisión de la Verdad, condena las esterilizaciones forzadas, critica la re reelección de su padre y hace autocrítica a los “errores” que su partido irroga como logros hasta hoy. Toda persona con un mínimo sentido de la percepción, define sus posturas éticas bordeando la mayoría de edad. La cuestión política, puede variar, pero el sentido ético es algo que se vulnera sólo si uno está dispuesto a traicionarse. En ese sentido, la señora que vivió del estado, que estudió con dinero robado, que no trabaja y nunca ha trabajado y que pretende liderar este país, ha tenido al menos 25 años para deslindar de las atrocidades que lideró su padre y su pandilla asesina y farisea, y no es sino hasta hoy, que ad portas de las elecciones pretende acomodarse con un discurso para ganar votos.



Si alguien le cree, es problema de su capacidad de memoria e inteligencia. El tema aquí, no es el descaro con que esta señora miente o pretende hacernos creer algo que no es; sino las muchas intentonas por parte de la intelectualidad “progresista” por hacer pensar que la izquierda debe recurrir a las mismas artimañas. Allí está Levitsky quien dice: Si la izquierda quiere ganar elecciones, entonces, tiene que tirar su guion tradicional al basurero y crear un nuevo discurso y cultura”; para luego rematar con el país es 80% urbano. Los campesinos ya son pocos. Y gracias al boom económico de los 2000, la mayoría dejó de ser pobre”. 

Para reforzar la idea veamos lo que dice José Carlos Yrigoyen, quien es una suerte de columnista senior que sintetiza el pensamiento de la comunidad de Lamula.pe: Hoy Keiko Fujimori es, aunque a muchos nos duela, la primera opción presidencial y por distancia. No nos sorprenda que esa distancia se amplíe mucho más ahora. Si todo esto no se queda en una pura declaración sin correlato y es el comienzo de un esfuerzo por querer representar una candidatura más democrática y liberal, ganará las elecciones sin ninguna dificultad. Mientras tanto, en la izquierda, la candidata del Face, Verónika Mendoza, afirma que la Venezuela chavista es una democracia donde existen procesos electorales limpios. Aplausos, izquierda peruana: ya sabemos por qué es imposible que ganes unas elecciones de aquí al 2030: porque tu única estrategia reconocible es olvidar toda autocrítica, echarle la culpa de tus desgracias a todos los demás y dispararte a los pies y luego darte tú misma el tiro de gracia. Una pena.”

Es decir; si la izquierda apelara a una suavización de su discurso, si lavara con lejía todo su legado e importancia e hiciera nuevas hojas de ruta, nuevos juramentos en nombre del centro más democrático y políticamente correcto, ya haríamos una izquierda más acorde al gusto de la intelectualidad. Pues allí es donde va mi mayor crítica. Si la izquierda tiene que asumir nuevas concepciones, tiene que hacerlo por convencimiento propio, por análisis sesudo y por consecuencia. Por supuesto que hay que reconocer las ventajas de la competitividad y el mercado, pero con regulaciones justas y pro ciudadano; por supuesto que hay que condenar el fracaso de los sistemas políticos y económicos de las experiencias zurdas en la historia y recientemente en la región; pero sin soslayar su importantísimo avance en materia de inversión social, disminuyendo el analfabetismo, la desnutrición y haciendo de acceso total y gratuito los servicios de salud.

Hoy, parece que estuviéramos atarantados por lo políticamente correcto (ver a Verónika Mendoza titubear frente a Leiva es patético); cuando es en estos momentos en que el discurso debiera ser lo más claro y consecuente posible. Vean el discurso de la derecha que ningún liberal condena en las palabras de Roque Benavides ante preguntas de Justin Catanoso: “los pobres no cuidan el medio ambiente; ellos simplemente tienen que sobrevivir, así que destruirán el medio ambiente para seguir haciéndolo” (ver pág. 14 de Hildebrandt en sus trece del 02/10/15)

Es decir, la derecha, está más engreída que nunca; sin ningún reparo en tener un discurso fascista, ¿y nosotros tenemos que ser más políticamente correctos? Este domingo la izquierda elige entre una versión light de progresismo en derechos civiles (Mendoza) y un representante regional de discurso ambientalista y pasado religioso (Arana). Sólo esperemos que quien salga elegido, tenga firmeza y estoicismo, y ningún reparo en perder con un discurso jodidamente auténtico de izquierda y consecuencia.




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