Friday, February 22, 2013

disidencias...


Este ni siquiera es el viejo mundo de las barricadas, de las protestas armadas, de las gloriosas revoluciones de bandera roja o negra. ¿Qué proletarios del mundo se van a unir, en esta creciente desocupación estructural que, sin embargo, mantiene la ética de un trabajo que ya no existe? ¿Revoluciones por internet? ¿Consignas por e-mail? ¿Compra de armas con MasterCard? ¿Y quienes van a combatir?  ¿Guerrillas contra generales que sólo aprietan botones y mueven cursores? ¿No? ¿Entonces resistencia pacífica contra el aparato industrial-militar-electrónico-financiero-consumista-ético-religioso más vasto y totalitario de todos los tiempos? ¿Adónde se fueron los buenos tiranos de antes, tan derrocables, como Genghis Khan, Napoleón, Hitler, Stalin, Pol Pot, Mao? Si con esos no fue siempre fácil, ¿qué decir de la anónima camarilla de yuppies y tiranuelos, de los chicos simpáticos como Bill Gates que sólo quieren hacer sus legítimos negocios, aman a sus hijos y tienen perros y gatos adorables y además son filántropos? Ninguno de ellos aprueba realmente la miseria: ¡cómo les gustaría reinar sobre un mundo feliz! Detestan la guerra, salvo cuando no hay más remedio; odian la pobreza excepto cuando no se puede (“por ahora”) evitar. Financian el combate contra el sida, el cáncer y la esclerosis múltiple, no sólo porque esas y otras enfermedades mutan o inutilizan a sus compradores sino porque sinceramente quisieran que se generalice su propia buena salud (las úlceras no cuentan frente a las enfermedades más graves). ¿Y con qué armas combatirlos, si se desea hacerlo? Ya que ni los fusiles ni las armas nucleares o bacteriológicas sirven para las revoluciones sino sólo para guerras legítimas, si el terrorismo es un crimen inadmisible y corrupto y las huelgas no funcionan si no hay trabajo, ¿habrá que solicitarle a los poderosos que renuncien generosamente y repartan sus acciones?

La única esperanza es que nuevas generaciones de víctimas encuentren (en internet, probablemente) medios y fines inéditos, que nosotros no podemos prever, enredados como estamos en nuestras antiguas concepciones tanto de la sociedad moribunda como de las supuestas maneras de cambiarla. Si es que –como sinceramente esperamos- hay tiempo.

La profunda maldad del universo
De mujeres y Heridas (2000)
José B. Adolph (1933-2008)


1 comment:

Anonymous said...

Ouhh!! Esto se lo tenía bien guardado señor. Entre las cariadas risotadas y los silencios que tanto nos dijeron
¡CÓMO LES GUSTARÍA REINAR EN UN MUNDO FELIZ!
Ay! ay y más Ay! señorito de pantaloncillo y sombrero de paja. Viviremos y escaparemos como ratas y claro .. entre los unos y los ceros .. la paradoja de la Gran Red como toda esperanza.
Reciva las respectivas (Y ENORMES) gracias.