Tuesday, October 22, 2013

Los Desaparecidos

"Todo lo que vemos o parecemos es solamente un sueño dentro de un sueño"
Edgar Allan Poe


No es posible imaginar el estrujar del pecho ante la desaparición de un ser querido. Cavilar acerca de la muerte es algo que termina  de alguna manera u otra en aceptación, más, una desaparición es un limbo. Un estadio de esperanza y resignación en pugilato continuo que abruma cada día del resto de la vida de los aún aparentes presentes. Y menciono aparentes porque el resto de la vida a partir de una desaparición es la muerte misma. El estupor de levantarse y abrir los ojos con la sensación de presencia y derruirse ante un armario intacto, que conserva los olores y desórdenes de los que sencillamente desaparecen.

Ahora bien, las desapariciones están fuertemente ligadas con procesos desquiciados, socialmente hablando. Y en el caso particular del Perú, con el desquicio de nosotros mismos y nuestras autoridades. La desaparición física de miles de habitantes (no existen cifras exactas, aunque si las hubiera no habría mayor ironía)  de nuestro territorio, por asesinatos silenciados de parte del Estado así como de los movimientos criminales que azotaron los 80’s y 90’s; son la expresión más triste de nuestra claroscura apariencia. Es loable que existan movimientos y manifestaciones que exijan un interés real de parte del Estado en revolver las entrañas de este terreno hasta saber qué pasó; pero esto es ínfimo en comparación a la auténtica desaparición que nos azota: la del recuerdo.


Este encuentro de múltiples humanidades desapareciendo de su propia memoria lo ocurrido, es el auténtico drama de un país que “avanza” e imprime en orgulloso logo su patriotismo culinario y de alguna que otra casualidad al mérito individual. Porque cuando el grito del olvido se resume entre los perfiles coloridos que expresan su desazón con un pulgar arriba y tan sólo eso; es cuando asumimos nuestra auténtica miseria y derrota.

Nosotros hemos desaparecido, hemos perdido el instinto de reconocer en el otro a alguien nuestro, y nos hemos condenado al libre albedrío de la satisfacción condensada y pagada a plazos, entre pastillas morales y lemas de franquicias coloridas que nos embuten la manera de vivir. Porque hemos decidido olvidar, en aras de conseguir un guiño pixeleado de lo que nos han vendido como sociedades mejores en las telenovelas y películas, en las contratapas del ensueño que se modifican al gusto y preferencia de un bolsillo rebosante, y una esquiza voluntad de siempre ser felices. Porque queremos olvidar que el día tiene sombras, y cadáveres y montículos de hermanos mutilados,  incinerados y registrados como un frío y enorme cero.


Quizá en el fondo de nuestra memoria aún escarbe un moribundo  y rechoncho gusano, que se ha engullido lo que nos hace recordar, para vivir el ensueño: una auténtica manera de vivir, la plástica y colorida felicidad.

1 comment:

Anonymous said...

La raza de los hombres tristes hace que suene. "Más, sí, la deseamos.." dijo un día ese que era Rey sin haber sido principito.. Porque tal vez hasta se pase (someday) el plástico por el gramo y un muy amable 'vuelva pronto' pronunciado por un telepantalla nos deje esa pobre, pobre...
Ha sonado, y las bofetadas del caso.. somos uno, somos dos o tres (a veces somos tantos que me desentierro).. pero niego el cero cuando es dictado desde el publicitario ¿Muro?
Puente y Misa, hermano,
Hay.